martes, 12 de junio de 2007

No somos tantos

Encendí un cigarrillo.

–Sigo pensando en esa bebida que mencionaste –dije–. No todo el mundo se habría atrevido a probarla. Creo que la mayoría no la habría probado.

Puse el mechero en la mesa, lo señalé y susurré:

–Esto es un mechero mágico. Si lo enciendes ahora, vivirás eternamente en la Tierra.

Me miró fijamente sin sonreír. Fue como si sus pupilas se iluminaran.

–Pero tienes que pensártelo mucho –precisé–, porque sólo tendrás una oportunidad, y nunca podrás revocar la decisión que tomes.

–No importa –dijo con altivez, y dudé respecto a la elección que hiciera.

–¿Quieres vivir hasta la edad normal del ser humano? –pregunté solemnemente–. ¿O quieres quedarte en la Tierra por los siglos de los siglos?

Frank levantó el mechero lenta pero resueltamente, y lo encendió.

Me impresionó. Llevaba casi una semana en la isla y ya no me sentía tan solo.

–No somos muchos –comenté.

Por fin sonrió, una amplia sonrisa. Creo que nuestro encuentro le había sorprendido tanto como a mí.

–No, al parecer no somos tantos –admitió.

Se incorporó y me tendió la mano por encima del vaso de cerveza.

Fue como si nos hubiéramos confiado el uno al otro que pertenecíamos al mismo orden selecto. Ni a Frank ni a mí nos daba miedo la idea de vivir eternamente. Lo que nos aterraba era lo contrario.

Maya, Jostein Gaarder.

No hay comentarios: